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Once chilena

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La once chilena es una tradición profundamente arraigada en la cultura del país, una comida ligera que se disfruta generalmente a media tarde o al anochecer. Similar al “té” inglés, pero con un toque local, la once consiste en pan fresco, acompañamientos como quesos, mermeladas, palta o huevo, y una bebida caliente, como té, café o mate.

La once chilena

Su origen se remonta a las costumbres campesinas y obreras, donde una comida sencilla y compartida marcaba un momento de descanso y reunión familiar tras una jornada de trabajo. En las ciudades, la once ha evolucionado, pero mantiene su esencia como un espacio para la conexión y el disfrute cotidiano.

La once comida es una variación más sustanciosa que suele reemplazar la cena en muchos hogares chilenos. En este caso, además de los elementos tradicionales de la once, se incluyen platos más contundentes como tortillas de rescoldo, sopaipillas, cazuela o incluso charquicán en los meses fríos.

Este tipo de once es una muestra de la creatividad chilena para adaptar esta tradición a diferentes horarios y necesidades, ofreciendo un momento cálido y nutritivo para terminar el día. A menudo, las familias combinan sabores dulces y salados, lo que hace de esta comida una experiencia muy variada y deliciosa.

Once en cafeteria

La once campesina, por su parte, es una versión que resalta la autenticidad y los sabores del campo chileno. En esta variante, no faltan el pan amasado recién horneado, la mantequilla casera, quesos frescos y embutidos como prietas o longanizas. También se incluyen acompañamientos como miel, mermeladas caseras y pebre, aportando frescura y un toque autóctono.

En muchas zonas rurales, esta once se sirve con mate en lugar de té, reforzando la conexión con las raíces campesinas. La once campesina es más que una comida; es un ritual que honra la sencillez y la riqueza de los productos locales, creando un momento de unión familiar en torno a la mesa.

Sopaipillas pasadas.